CARACOLADA

Hoy me pongo a escribiros para hablaros del caracol, ese animal lento y bobalicón que es un baboso.

La verdad, que menuda vida que tiene el pobre. Una vida arrastrada.

Yo no se si vosotros os preguntaréis lo mismo que yo, pero: ¿Cómo es posible que un animal que tiene tanta baba y que anda por el suelo (el cual esta lleno de tierra), no lleva en su tripa por lo menos la mitad del cuarto de barro?

Si nosotros nos mojamos los pies en la playa y cuando salimos parece que nos los vamos a freir de emborrados que los llevamos.

Luego está lo de llevar la casa a cuestas... Si yo cuando voy a comprarme un abrigo, lo primero que veo es si lleva gorro porque si tiene, no lo quiero, no estoy yo para llevar peso en la espalda...

Otra cosa de nuestro amigo baboso son los cuernos. Ahí estamos cuando somos pequeños: "caracol, caracol, saca tus cuernos al sol". Y me imagino al pobre bicho: "¿Porqué no te callas?". Desde pequeños nos metemos con los seres inferiores y no sabemos que de mayores, los cuernos no sólo son de los caracoles...

En fin, ellos son felices con su vida sedentaria, su lentitud y su baba. Pero llegando finales de marzo, nos acordamos de ellos. Aaayyyyy esa terraza del Hitama o del Menfis... Aaayyy ese vaso calentito que al tocarlo parece que te ha dado un calambrazo...

Bueno, ya tienes tu ración de caracoles, tu coca cola, o en su defecto fanta de naranja y a disfrutar... ¿eh...? ¿pero...? Lolilla, los palillos!!!

Ea, ya está todo, a comer!

Empiezas con el primero. En el primero siempre te tienes que mojar los dedos, y a partir de ahí, viene un sin fin de gotitas que te corren hasta los codos. Pero tu estás disfrutando, no te importa que mañana tu madre tenga que lavar el jersey que te has puesto limpio para comerte la primera ración de caracoles del año.

Te lo llevas a la boca y ya vas oyendo al de la mesa de al lado succionar como un cosaco. También oyes a tus compañeros de mesa, al de tres mesas más allá que la tuya y al del bar de al lado.

Piensas: "hay que ver, que ruidazo hacen al comer caracoles. Yo no hago tanto ruido".

No ni na....

Cuando coges el primero, lo chupas, recordando el sabor que tenían hace un año y le pillas la cabecilla al pobre bichillo. Como quema, pero no quieres esperar a que se enfrien porque eres así de impaciente, pones cara de "joe, porque no me espero" y separas los labios para que no toquen el caracol y con los dientes tiras de el. Pero que pasa?, que el caracol sale entero y te da en el labio de abajo. Intento de no quemarte fallido.

Cuando ya se te ha hecho la boca a lo cálido del caldito, vas a por otro, y otro, y otro...

Los dedos ya los tienes arrugados de coger los animalillos y comentas: "anda que no tienen tierra", "si, es que todavía no es la temporada", "pues el año pasado por esta época estaban buenos", "si, pero estos los crían en una granja", "y como tienen tanta tierra entonces?"... Cada año las mismas coletillas.

Pero hay que decir, que los caracoles son la señal de que el buen tiempo ya se va acercando, la primavera deja calorcita y la gente sale comerse a esos pobres animales que, vivos, dan asco, pero cocidos, son una delicia. (Siempre que no te toque el típico caracol que tiene alma de ONG y acoge en su casa otros bichitos mas asquerosos en vida que ellos, los gusanos).

En fin, que si os ponéis a pensar, el caracol es como un divorciado: Babea, mete en su casa a todo lo que se mueva y al final, acabas comiéndotelo sin pensar que es un bicho. jejejeje.

Un ratito de risa, que nos lo merecemos!! Espero que os guste y próximamente mi grupo... Besitos.