miércoles, 18 de junio de 2008

HOSPITALES

Alguna vez habéis oido eso de: eres más dura que el pellejo de un morcón?? Pues ahora se a quien se refiere el dichoso refrán. A MI!!!!!
Me di cuenta hace un par de días de ello, cuando tenía que ser intervenida de un "sinus pilodinal" (en castellano una fistula), y no había manera de que me pusieran la epidural, la raqui como ellos dicen.
El personal de quirófano iba de verde, pero yo le cambiaría el atuendo poniéndole un pantalón marcando paquete, un chaquetilla corta con madroños y una montera. Porque lo que les faltó a los 3 anestesistas que lo intentaron conmigo fue darme unos pases con el capote.
Primero me desnudan entera y me ponen un gorrito y unos patucos de tela verde transparente y un pañuelito verde encima que me llega del borde de los pezones al comienzo de la zona...digámosle "C". Y me dice el enfermero que es para taparme un poco.
Si, exactamente para eso, para taparme un poco, porque lo que es mucho, no me tapó la pañoleta.
Luego me pasan a la mesa de operaciones que era de cómoda... Y me sientan con el pañuelito debajo de los brazos para sujetarlo.
Empiezan a destaparme para ponerme cables por los hombros, debajo del pecho, por la cintura... y acabo con la pañoleta de cinturón.
Ahí estoy yo, en un brazo la vía con suero, en otro el aparato de la tensión, en un dedo una pincita para el pulso y cables y más cables por todos lados. Me sentía como en casa con tanto cable... jejeje.
Me sientan en la camilla y me dicen que tengo que adoptar una posición un tanto extraña: hombros totalmente caidos, brazos apoyados en las piernas, barbilla tocando el pecho y muy muy relajada. Intentadlo vosotros y veréis que parece que estáis tristes.
Bueno, pues adopto la posturita y una enfermera me dice: yo te ayudo.
Yo te ayudo?? y va y me ayuda apoyándose en mis hombros y empujándome la cabeza hacia abajo con todo su peso. De esa manera o me relajo, o me relaja ella, otra no hay.
Y empieza la corrida!!
El paseíllo lo hice de mi habitación al quirófano 2, del quirófano 2 al 4 y cuando ya estaba mareada, me ponen la primera banderilla. Empieza un anestesita que me dice: un pinchacito.
Bueno, no es para tanto, pienso, pero ese era para que no sintiera el grande!
Después del pinchacito, viene la primera aguja de 24 cm de nada que se dobla.
Será porque alguna se tiene que doblar, me digo, pero no. El mismo anestesista lo intento 2 veces más.
Déjame a mi, le dijo la siguiente anestesista. Y se sentó detrás de mi.
Yo eché de menos que el primero viniera rodeándome hacia delante con esa cara que ponen los picadores cuando ponen las banderillas.
Y va la segunda. Ésta sólo lo intentó 2 veces o 10. Otra ronda de banderillas y otras tantas agujitas del 24 que se doblaron.
No daban crédito. Y llegó el turno de la tercera picaora.
Entre tanto, un enfermero le dijo a la que plácidamente se apoyaba en mi para "ayudarme" que si la sustituía y le dijo que no. Debo de ser, además de dura, muy cómoda. Soy un colchón Lo Mónaco!
Pués eso, la tercera lo intentó como 3 veces más y nada. Las agujitas se doblaban. En una de las veces que lo intentó ésta última, me dio un calambrazo la pierna derecha... que pensé que me dejaba inválida, pero no. Ni dormida me dejó.
Estuve en el "ruedo" casi 1 hora y no me tocó ni un pasodoble la banda!
Al final lo dejaron por imposible y cuando me tumbaron para espercocharme bien y limpiarme de todo el yodo, me dice el cirujano: pero a ti esto te duele? si no tienes nada.
Le digo que no, que desde que me lo sajaron y me curo no me ha vuelto a dar molestias. Y me dice: pués entonces yo, sinceramente no me operaría, porque yo tengo una más grande que la tuya y no me la opero.
La cara de idiota que se me quedó. Menos mal que se dio cuenta antes de entrar a matar... Pero las banderillas me las llevaba puestas.
Bueno, pues me indultaron y me fui para la habitación con la espalda como un colador, con el culo rasurado y con mi vía puesta.
Me dejaron un día en el hotel por todas las veces que me pincharon, eso si, a gastos pagados, claro.
Pués ya estoy en casa, con dolor de espalda y con cardenales que parecen las láminas éstas que enseñan los psiquiatras a los pacientes para ver que ven en ellas.
Espero no tener consecuencias y más aún, espero no tener que volver a la "plaza".
Esa es la historia de mi no operación.
Desde luego, esto sólo me pasa a mi.
Besos alegres míos!